Pocas figuras en el mundo del deporte han generado tantas películas y documentales como Diego Maradona. Su vida, llena de luces y sombras, ha trascendido el fútbol, convirtiéndose en un fenómeno cultural con tintes casi sagrados. Por eso, la idea de un nuevo documental sobre él podría parecer redundante, pero “Diego Maradona”, dirigido por Asif Kapadia (disponible en DirectvGo), desafía esta noción y entrega una obra que no solo cautiva al fanático del fútbol, sino que también toca las fibras más profundas de cualquier espectador sensible a las grandes historias de la vida real.
Kapadia, quien ya se había ganado elogios por sus potentes documentales sobre Ayrton Senna y Amy Winehouse, consigue de nuevo llevarnos en un viaje emocional desde los primeros minutos. Nos sitúa en el momento de la llegada de Maradona a Nápoles en 1984, un hecho que provocó una verdadera revolución en una ciudad acostumbrada a ocupar un lugar secundario en el fútbol italiano. A través de imágenes inéditas y grabaciones de archivo, el director reconstruye el ambiente de efervescencia y devoción que rodeó a Maradona desde el primer día en que pisó suelo napolitano.
El documental se adentra en los primeros momentos de Maradona en la ciudad, capturando la transformación de un equipo marginal en una fuerza imparable, guiada por el talento excepcional de un jugador que vivió con la misma intensidad dentro y fuera del campo. Nos permite entender cómo la vida del “diez” se fundió con la historia de Nápoles, una urbe que encontró en él a su héroe, a su salvador, en medio de una Italia dividida entre el norte rico y el sur empobrecido. Maradona se convierte así no solo en un símbolo deportivo, sino en una figura política y social, capaz de encarnar las aspiraciones y los resentimientos de todo un pueblo.
Los testimonios de personas cercanas a Maradona añaden una capa de complejidad al relato. Amigos, compañeros, entrenadores y periodistas describen a un hombre que siempre vivió al límite, atrapado entre su inmenso talento y las contradicciones de su carácter. La figura de Maradona aparece matizada, lejos de las simplificaciones que abundan en otros documentales o biografías. Es un hombre que se debate entre su deseo de ser querido y la necesidad de mantener una imagen pública poderosa, un equilibrio casi imposible de sostener.
La película no rehúye los momentos más oscuros. Nos ofrece una mirada cercana a la relación de Maradona con la Camorra, la mafia napolitana, una conexión que influyó tanto en su vida privada como en su carrera profesional. Vemos las fiestas interminables, los excesos de todo tipo, y las amistades peligrosas que sembraron las semillas de su caída. Sin embargo, el documental no se queda solo en la denuncia fácil o en el morbo. Kapadia humaniza a Maradona, lo muestra como un hombre atrapado en su propio mito, alguien que fue explotado por su entorno y que pagó un precio altísimo por su fama y su genio.
Para los fanáticos del fútbol, “Diego Maradona” es una delicia en términos narrativos y visuales. La manera en que se detalla cada torneo, cada partido clave, cada gol inolvidable, proporciona un festín de nostalgia y emoción, permitiendo revivir los momentos más gloriosos de Maradona en el terreno de juego. Pero el documental va más allá del campo, explorando las cicatrices emocionales de un hombre cuya vida fue devorada por su propio personaje.
Al concluir la película, queda una reflexión abierta: ¿Era necesario que Maradona, o cualquier ser humano, pagara semejante precio? El documental deja claro que detrás del mito había un hombre que fue consumido por talento extraordinario, explotado por quienes lo rodearon, y convertido en un símbolo al que toda una ciudad y todo un país exprimieron hasta el límite. Un retrato conmovedor, honesto, y sobre todo, profundamente humano de una de las figuras deportivas más complejas del siglo XX.