Escrito por 14:50 50 años, Aldo Schiappacasse

La memoria apasionada

La democracia recién retornaba en Chile y con ella el cine comercial que era capaz de revisar los crueles años de la dictadura. Un relegado político a la zona de la Araucanía (Patricio Contreras) era un prisionero que no podía traspasar ciertos límites geográficos ni recibir visitas. Cuando su ex señora y su hijo llegan al lugar, los obligan a dialogar con “Ramiro” desde una balsa, en medio del río. Parece no haber conexión alguna, pero cuando ya todo parece haber terminado, el hijo le canta la primera estrofa del himno de la Universidad de Chile. “Ser un romántico viajero” parece un puente de conexión entre la libertad y el cautiverio, entre el pasado y el presente, entre la felicidad y la desdicha en “La Frontera” (Ricardo Larraín. 1991) y una demostración clara de como el cine abordó, en distintas latitudes del continente, las feroces dictaduras surgidas en los 70.

La poesía y la metáfora para describir que una pesadilla que encontraba, a veces, una válvula de escape en el fútbol. Como la vez en que los soldados chilenos y argentinos abandonan las trincheras, en la Patagonia, para jugar un partido de fútbol en medio del conflicto por el Canal Beagle, que dura el instante justo para que la charada de los gobiernos de Pinochet y Videla vuelva a parecer sólo un mal sueño en “Mi mejor enemigo” (Alex Bowen.2006).

El horros de la guerra, esta vez en Las Malvinas, volvería a aparecer en el cine argentino de la post dictadura. Aunque para tanta crueldad, ni el fútbol ofrecía consuelo. Argentina había tenido, en 1978, en medio del horror provocado por la Junta de Gobierno, su propia fiesta. De aquella Copa del Mundo conocimos los dos lados. Por uno, “La fiesta de todos” (Sergio Renán, 1979), donde mezclando imágenes del mundial con escenas de ficción. Partiendo por su director y buena parte del cartel, se pidieron disculpas por lo que siempre pareció una burda comedia en medio de la tragedia. En la misma línea, Los cómicos Jorge Porcel y Alberto Olmedo -en compañía de Moria Casán- estrenaron “Encuentros cercanos con señoras de cualquier tipo” (Hugo Mozer. 1978) que presentaba al país como un remanso de paz y criticaba severamente a los opositores a la Copa. En tono de chanza, eso sí.

Paradojalmente, la FIFA había encomendado la película oficial del evento a Milton Reis, quien ganó la licitación para llevarlo al celuloide. Reis era un abogado y exdiputado que durante la dictadura de su país se dedicó a hacer películas. “El poder del fútbol” (Milton Reis. 1979) recogía el “contexto”, es decir, referencias a los detenidos desaparecidos, a Los Montoneros, a la tortura y a la siniestra presencia del régimen también en las decisiones deportivas. Apenas la vio, Havelange le quitó el rótulo de “oficial”, mientras en Buenos Aires duró pocos días en cartelera.

Sin dudas, la película futbolera que mejor retrata la época es “Crónica de una fuga” (Adrián Caetano. 2006). Claudio Tamburrini era arquero de Almagro y estudiante de filosofía cuando es secuestrado por los organismos de inteligencia del régimen en 1977. Es confinado en un centro de torturas, hasta que junto a otros compañeros logran escapar. Un caso real que aportó una visión única, la de los sobrevivientes.

Otras dos películas contaron la realidad política de Argentina 78 desde la ficción. “La ciudad oculta” (M. Dorrego.1989) sobre los esfuerzos de la Junta para ocultar la pobreza y la tortura y “Complici dei silencio” (Stefano Incerti. 2008), que narra el viaje de un periodista italiano en busca de la verdad y de sus ancestros que termina de muy mala manera. Finalmente, “El secreto de sus ojos” (Juan José Campanella. 2009) ambienta en un estadio y con temática futbolera el esfuerzo de la última etapa de la dictadura por proteger a un asesino que se ha convertido en agente de seguridad.

Ya está dicho, sobre Las Malvinas hay una veintena de películas que describen el horror de una guerra fraguada por la dictadura y tumba para miles de muchachos jóvenes enviados sin preparación al combate. Baste citar “El país de Nomeacuerdo” (Guille Mealla.2006) para trazar el destino de un país que prefirió, en muchos casos, el olvido.

En Uruguay pasó algo parecido. En 1980 el país aún lamenta no haber participado del Mundial en Argentina, pero los militares en el poder proponen un plebiscito para legitimarse en el poder. En medio de la campaña, surge el Mundialito, un torneo creado para homenajear los cincuenta años del título del 30, jugado sólo por equipos que hubieran levantado la Copa. Holanda sustituye a los ingleses. El documental, “Mundialito” (Sebastián Berdanick. 2009) se encarga de poner las cosas en su lugar.

Un futbolista ya veterano que es fichado por el Osasuna protagoniza la ficción “Paisito” (Ana Diez.2008). Al llegar a España se encuentra con un amor de la infancia que le reprocha el tiempo pasado y la negativa a asumir las heridas que dejó este tiempo de violencia, de militares y tupamaros, de la falta de justicia y, finalmente, el olvido. Por primera vez fuera del “paisito”, el futbolista cae en cuenta de la burbuja en que ha vivido.

Brasil también vivió lo suyo. “El año en que mis padres salieron de vacaciones” (Cao Hamburger.2006) nos hace vivir a través de los ojos de un niño de 12 años la desaparición de sus padres, quienes al dejarlo en casa de sus abuelos le dicen que se van de vacaciones. Es 1970, se vive la dictadura de Garrastazu Médici y mientras Pelé y Jairzinho deleitan el mundo den el Estadio Azteca, un país se desangra en la violencia y la represión.

Democracia en Blanco y Negro” (Pedro Asbeg. 2014) es la contraparte. En formato documental se explica la democracia corinthiana, el movimiento creado por Sócrates al interior de su club que, a partir de autodeterminaciones de carácter deportivo, fue ganando terreno hasta convertirse en un desafío a la dictadura militar brasileña, que vivía su ocaso en medio de una gran crisis.

El continente se unía en una gran crisis democrática, pero también en el fútbol. En medio del plan Operación Cóndor, Perú también vivía una dictadura férrea. En “La pena máxima” (Michel Gómez.2022), basada en la novela de Santiago Roncagliolo, un aprendiz judicial debe hacerse cargo de un caso de tortura y homicidio político, en un clima de crispación y temor interno que se ve alterado por la participación de la selección de Chumpitaz, el Nene Cubilla y Oblitas en el Mundial del 78, que terminará en escándalo por las acusación de soborno que pesaron en su contra por la goleada recibida ante Argentina. En un clima trepidante, el thriller navega entre la pasión por el fútbol y el temor por la represión.

La final de esa Copa del Mundo, ganada por Argentina a Holanda, también dará pie a “Matar un muerto” (Hugo Jiménez. 2019), la visión paraguaya de la dictadura de Stroessner. Una pareja de hombres que vive en medio de la selva tiene como labor enterrar los cadáveres enviados desde Asunción. Un día les envían un cuerpo con vida, y deben tomar una decisión. Incapaces de matarlo de inmediato, lo mantienen con vida, suficiente para escuchar en una destartalada radio a pilas la final de Mario Alberto Kempes y Passarella.

Por: Aldo Schiappacasse

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Last modified: 24/04/2023
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